LA PLUMA DEL ANGEL NEGRO HA CAIDO EN TU JARDIN......

Devotos de la química moderna deambulan por las veredas del complejo habitacional recibiendo la nieve del cielo, caricias del viento. En la penumbra de mi habitación contemplo sin ser visto.

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Hay un mandala al rededor de la luna, hay montañas nevadas y un mar helado, hay nubes dispersas, hay murmullos viajeros nocturnos, mi ansiedad de paz y olvido.

Tengo la garganta rota de tanto alcohol. Me falta una excusa que no muera en el tiempo para morir –he modificado bastante mi carácter, me han obligado- de los pies a la cabeza soy un circo de plena acción. Los redobles en la testa duelen; el rostro de ella lastima. “Su aroma se quedo en mi cama como perfecta tortura” ¡Abre tus ojos y recibe la gloria de querer y comprender el palpitar del hombre!

No somos una fracción de segundo.

Mi limitación humana no me deja admirar tu casa desde aquí. Quiero tu voz oír antes del amanecer, antes de dormir pero, solo tinieblas abundan saliendo y entrando por la ventana, mientras la música continua su efecto de compañía.

Necesito un golpe que me desplace a otra realidad.

Los ignorados lamentan su condición de anónimos, en su semblante puede descubrirse la envidia, el sentimiento que los lleva a equivocarse tanto cuando parodian el proceder de otro en su pobre falta de costumbre ¿personajes melancólicos? ¿Ilustres intolerantes?

TESTA


      Testa.


                         (Damián O. A. Roldan Breuer,2005)

                                    
               



 Que vacía la noche se me ríe en la cara. El recuerdo de lo anterior se presenta en lapsos inconexos -se debe adivinar lo ocurrido- tan solo los detalles quedan y hablan de sublime acontecer. Pero ¿como obligar crecimiento de algo tan pequeño? Perseverancia y expulsión de miedo.
    Quiero un cielo nuevo que salga de mi pincel, busco doblegar la realidad, torcerle el cuello a dios, olvidarme de mi error.
    Dejo la vista estacionada en tonterías que describen mi carácter y libero cada palabra que escribo permitiendo manifestación del espíritu blando. Nuestra mente es un río multicolor. Veo fantasía por la ventana, el resultado del invierno. La tarde en pleno trabajo repetitivo.





La Gran Ola

    Es como empezar por atrás; terrible se presenta la humillación en medio de la calma que sentía –mis mas vivas emociones encendieron luz al máximo- ¡oh, tragedia de nuevo!- canto de guerra invocando acciones.
    En mi habitación estoy fragmentado en ocho, me reparto sumido en las profundidades de los pensamientos gobernantes y camino en círculos.
    La tibieza que gano en el día, se arruina en la noche.
    Y enfrento la batalla al saberla infatigable ¡preparado estoy hasta el tuétano! y voy en soledad a desangrar, con el rostro cemento, el espíritu cansado, aburrido, con frío. No fui bien recibido... el hielo me hacia bailar.
    Sacrifico el orgullo.
    Un sabor amargo.
    Estoy a tiempo de distanciarme de la escena, sin miedo, bajo las luces de un farol cansado. “Tiempo al tiempo perdido”. –Exigir el hombre que seré.
    Entonces veo rostros inexpresivos, resignados a su mediocridad por temor a probarse, por comodidad y egoísmo. Insultos viajaron a mis oídos artos de melodrama y comedia insulsa. Conteste, con talento, replicas cargadas de desinterés; y el auditorio, a lo lejos, bajo el techo protector.
    (Se entono un himno al absurdo).
    “Ella fue como una historia que alguna vez leí”.
    Que ramplona se presenta la vida cuando tengo que ir a enfrentarla.
    No quiero abrir los ojos y recordar en donde estoy. Siento el pulso musical en la perenne oscuridad y la soledad, se transforma en el fantasma que se esconde hasta la aparición de la razón. Nadie ataca al sueño redentor.
    Estoy parado en un instante confuso y largo, es poco lo que oigo llegar. Anida en mí un precoz sentimiento de maldad, una semilla que puede mutar en el transcurso de los días caprichosos que me tocan vivir. Espero así sea y no logre la tiranía el negro lago en el corazón.
    Monumentales voces para insignificantes actos de simple mujer recibo en el núcleo del alma, como si me engañase el otro yo, aquel que adorna todo con ridiculez fantástica y adversa, en el futuro, en el ahora, en el ayer.
    ¿En donde estará la felicidad de la niñez?
    ¿Que abre hecho con el respeto patriarcal?   






El Mirador

    Devotos de la química moderna deambulan por las veredas del complejo habitacional recibiendo la nieve del cielo, caricias del viento. En la penumbra de mi habitación contemplo sin ser visto.
    Hay un mandala al rededor de la luna, hay montañas nevadas y un mar helado, hay nubes dispersas, hay murmullos viajeros nocturnos, mi ansiedad de paz y olvido.
    Tengo la garganta rota de tanto alcohol. Me falta una excusa que no muera en el tiempo para morir –he modificado bastante mi carácter, me han obligado- de los pies a la cabeza soy un circo de plena acción. Los redobles en la testa duelen; el rostro de ella lastima. “Su aroma se quedo en mi cama como perfecta tortura” ¡Abre tus ojos y recibe la gloria de querer y comprender el palpitar del hombre!
    No somos una fracción de segundo.
    Mi limitación humana no me deja admirar tu casa desde aquí. Quiero tu voz oír antes del amanecer, antes de dormir pero, solo tinieblas abundan saliendo y entrando por la ventana, mientras la música continua su efecto de compañía.
    Necesito un golpe que me desplace a otra realidad.




    Los ignorados lamentan su condición de anónimos, en su semblante puede descubrirse la envidia, el sentimiento que los lleva a equivocarse tanto cuando parodian el proceder de otro en su pobre falta de costumbre ¿personajes melancólicos? ¿Ilustres intolerantes?




Regresión

    ¡Por siempre ver! Gritaba el viejo después de dos cañas en el bar de Don Ignacio. Sus mañanas eran para la cazeria de perros y la melodía, un buen gourmet. El vino jamás escaseaba, ni los rechazos políticos, pugliese y tangos variados, los insultos a mi abuela (un fragmento de la niñez).
    Recuerdo el largo pasillo y el misterio de la casa. Evoco sábados celestiales y domingos diabólicos. Mis primeras amistades ahora parecen fantasías al verlas tan maduras, tan preocupadas, creando otra generación mas degenerada y despreocupada, casi lo que añoran ser mis idolos caídos en vergüenza (¿mi lugar en la niñez?).
    No me gusta esta lámina y prototipo de evocación de intrincado significado, la abandono con suspiro de acorralado.





    Hoy  la borrasca esconde las huellas que ayer creí tatuar en tu memoria. Descubro, inmediatamente, la fragilidad de la constancia sentimental; me doy vuelta y así comienzo la retirada del escenario.
    Nuestras voces se fundían imperceptibles en el aire, al darnos periquetes de comprensión, todo un acontecimiento difícil de prolongar. Recuerdo la risa y tu sonrisa en juegos de placentera armonía, mi vos era absorbida y en los ojos que dominan tu semblante, podrían adivinarse las lagrimas del amor tímido que no logras liberar -¡hay, cuantas horas apile en la nuca esperando que te duermas en mi cama! ¡Abrasarte!- cansado estoy de mi.
    Se me hace tan antigua la ultima perfecta alegría, que no tengo memoria de su esencia.





    El sueño fue devastador, el sueño no fue mío. Saturado estoy de las palabras de otro. Tan agotado por mi debilidad, el cuerpo deploro y atesto de revolución; penetro en un estado de odio y asfixia, mientas, la familia se inventa una mejor cara.






    Me siento sobre la roca mas alta a esperar que mi cielo cambie, no me quedan monedas para repartir-¡hoy no veré a nadie!-, y si el viento golpea, recordare días mas tranquilos.
    Nos perderemos en el bosque negro, viajaremos con amigos, nos reiremos de la inmortalidad –hundidos, durmiendo, lejos de todo estaremos.
    Es en el éter donde mi mente esta, desconectada del cuerpo.
    Cuando somos sinceros muere el miedo caprichoso.
    -¡Basta de tonterías!-







    Me llevan de la mano por un túnel que conduce hacia la claridad. Siento dolor en los huesos, las venas hinchadas, así estoy de nervioso, así me hallo a la mitad del viaje. Pero sonidos y cantos venían a nuestro encuentro, enumerando características de una historia ficticia; y las estrofas hablaban de igualdad, de perdón, de alabanzas al genero humano -¡siento el pulso de la descompostura buscando imponerse! ¡El dolor del poco aire! ¡No quiero estar aquí sintiendo esperanza en la luz… deseo ser la luz! Iluminar una porción de lo que respira, aprender a olvidarme de mi ¡hay, ser una nota musical! Renovarme perpetuamente.
    Evado la desesperación soltándome de la mano conductora. El aire cambia y suelta color el renegrido túnel: arco iris dominante. Entonces el hacedor me regala visiones de amanita, aderezándolas entre caricias, con múltiples doctrinas a seguir por mí, que entre tanto espectáculo, me deje instruir con actitud placentera y sonrisa petrificada.
    “Recostado me hallaras como un feto esperando siempre algo; soñare con las delicadas orillas de tu cuerpo cada ves que los ojos cierre en absoluta soledad. Entono una respiración dichosa porque el desmayo me trajo evocaciones reales de tu aroma natural”.
    ¿Entiendes que soy un esclavo puntual de lo que siento a cada momento? ¿Sabes que soy un caprichoso y rebelde protagonista de la comedia que invente para justo autocastigo moral?
    Viéndonos a nosotros, descubriremos cual es el error que nos rodea -¿puedes sentir la influencia del pensamiento, que ves allí?






A

    Algo comenzó a vivir en el rincón de la habitación. El cuerpo se estremeció.
    Los criminales empezaban su diversión de seducción.
    El ambiente atezado se llenó de fulgor y la transpiración fluía acompañada de una música bidimensional.
    ¡Aquí están los cuerpos rozándose placidamente!
    El tiempo nunca estuvo.
    Pero después de eso, nada; el silencio maldito renació. Sueños engañosos de cómo seria. El suspiro invernal.
    ¡Nos asalto la torpeza!




B

    Provocas mi desesperación, te escondes después de cometido el yerro, no dices nada. Sospecho de cada evocación. No pretendo resolver cual fue tu intención en aquella absurda noche en que el numero tres era el numero mas grande y había que reducirlo a solo dos actores. No soy el espejo del contrincante, no me agrada el sabor de continuamente estar demostrando la realidad de mis palabras, a las cuales tildo de sinceras cuando me arrodillo frente a ti con el corazón en las manos, parlamentando amores y perdones.
    Odio el silencio y la quietud que sigue al desenlace. Pido regresión y nuevo punto de partida.




C

    El reencuentro; pocas palabras y parábolas mentirosas.
    Entraste cuando te fui a buscar, volviste cuando te llamé, me acompañaste cuando lo pedí. Nunca hiciste nada por mí sin que yo lo impulsara en mi tonta desesperación de soledad y extravío sentimental, ¡mental! Hoy conjugo lo bueno con lo malo, saco conclusiones observando el resultado de la mezcla posterior, entonces, aúllo que ¡ganaste!


¡Malograste una importante porción de mí! Aun así, puedo contemplarte en campos florecidos con el sol puro oro, tu sonrisa inmaculada –devoción personal- y melodías de juego infantil. La correcta biografía que esquivamos, con el miedo latente y la vieja costumbre con otros que no nos abandona.
    Es una dura faena no quererte.
    Estoy parado en un hermoso laberinto.
    Me situé en la nueva encrucijada.
    No me iré de ti.
    Te veo sentada a dos metros y me miras con vergüenza perdono el error sin que te arrepientas. ¡Mírame de nuevo con ternura! Se que deberé dejarte. Tengo terror.





    Me he comparado con la equivocación, con algo que sucede constantemente, me he visto en el espejo y no soy el reflejo que imagino en todo momento. Ahora, gracias a mi esencia, transcurro un período de horrible sensación a pérdida sin solución, no se me acercan manos redentoras; la tarde lenta se despega de la noche eterna siendo mi nueva tortura de soledad corporal. Me hice un gran daño, lo se. A cada palabra recibida una duda me nacía -¡Soy el as del dolor, el justo idiota de tu fábula de perros!- bailo en un circulo de fantasmas sonrientes; me engaño que no existes.
    ¡Eres la mujer que mi antojo quiere!
    Mi corazón asesino recela de ti.
    En el alma que me dieron, duermes placidamente con sueños de cómodo navegar.
    Mi cuerpo te extraña, mis ojos te recelan.
    ¿Por qué será que me arriesgue a quererte?




    Hablo de otra cosa y no del amor cuando miro a la ciudad que me atora en casa.
    Las hojas secas del otoño alfombran las veredas de cemento frío, y a los árboles desnudos, no les importa su reinvención.
    Un constante presagio de lluvia.
    Y en este momento de cavilar, me siento en el banco de una plaza y distingo el asiduo vacío que me obliga una tristeza que, parece, nunca se irá, aunque mutara, cuando la fotografía cambie.
    Senderos de hormigón dividen la diminuta reserva artificial, el público se recambia, monumentos al hombre del pasado que nos advierten no descuidar nuestra educación al servicio de la patria (olvidando el corazón, nos contrata la imposición), almas cansadas y tantas hojas secas que se pegan al viento fresco, irregular.
    Luego del grito, un teatro de vidrieras y luces de colores, mascotas ridículas y gente de plástico, autos en la lluvia, titanes de concreto y acero, quiméricos sueños de triunfo y absoluta verdad (tantas variantes del deseo).
    ¡¿Por qué se esconde el sol tras el cielo gris cuando canta la melancolía estrofas de hartazgo?! Todo se intensifica en el otoño no hay refugio para salirse de uno mismo.
    “Las tradiciones de la vida en sociedad”.
    En un mar de mies dorada siempre sueño estar, deseo estar ¿en donde se hallará el paisaje grabado en mi memoria? ¿Hacia donde deberé migrar?
    Hay raras cofradías por doquier y malévolos en la oscuridad de los recodos, hay avenidas ensangrentadas queriendo ser las arterias de la ciudad, no hay misticismo ni espiritualidad, aunque hay enormes catedrales que no sirven para nada; el hombre va perdiendo las preguntas y se encarcela en la felicidad traumatizada de solo ser “uno más” en el gran conjunto terrenal. Me lleno de nostalgia. Avanzo unos metros para sentarme al borde de una antigua fuente y alcanzo a escuchar:”la muerte repartiendo pesadillas en el cementerio”, mientras, en el árbol aterriza un pájaro con el vuelo torpe. No me queda otra diversión.
   El abyecto aroma del tráfico vial impulsa mi retirada. El pasto parece un albañal cuando comienzo mi viaje a otro lugar, con otra mirada, lejos de los carteles de propaganda.
    Aislamiento que ofrece reminiscencias de exquisita felicidad, que al pensarlas mejor, se convierten en sublime tristeza -¡Nadie me enseño a soportar!-, es un trabajo forzoso.
    El escenario se presenta con el semblante del regreso al hogar, parado estoy, tras larga caminata, en la terminal de “los trenes cansados”, aguardando el arribo del que me transportara, amparado en sus entrañas hacia próximo destino.
    Estoy hecho ornamento.
    La jornada parece terminar, y mientras viajamos, los cartoneros apedrean nuestro periplo junto al parloteo de burgueses de medio pelo. Mis nervios parecen colapsar -¡ha, que hastiado me tiene la metrópolis!-
    Hipnotizado en el paisaje, el crepúsculo me engaña.






Calma

    La tierra suelta su perfume tras la primera gota. Por la ventana puede verse una luminosidad extraña, el sol no se ve, pero estoy seguro de que allí esta, sobre la gran nube gris. Es raro como el pasto parece adquirir un fluorescente color verde al lado de mi casa al inagurarce la llovizna, en esta tarde serena, en este martes placentero. Configuro mi entorno armonizándome, me olvido del tiempo sojusgante, solo pretendo contemplar por el ventanal el aguacero peculiar.
    Me quedo anclado en el sonido de las gotas kamicases.




   Se organizaba una tromba
   de clonados imperfectos;
   y al mirar el manual
   me dijeron: ¡ven con nosotros!


   Me acerco a ellos diciendo,
   “estoy acostumbrado”,
   me preparo finamente,
   es mi actuación de novela.





    ¿Qué decir que no halla dicho en ocasiones de queja juvenil, que deseo cantar?
    Me deje moldear para un juego de arquitectura nefasta, cuando todos los amigos desaparecieron siguiendo su ambición. Ahora, reaparecen los antiguos actores de mi vida diciendo:”te lo dije”, con miradas brillosas y su deforme mueca teatral.
    Me encarcelo y activo en el vacío diario que me ofrece la crónica en sociedad; cansancio de parlamentos repetitivos, asqueo en la división. Me reencuentro con aquellos trabajos privados, me tropiezo con la inventiva y rearmo mi agenda de egocéntrico artista, separándome despiadadamente de la comunidad y la comunicación colectiva. Soy un siervo al que han golpeado. Agradezco el nuevo pacto y abrazo su origen.


    Ser el aroma en el recuerdo,
    dividirme en trozos,
    quedar siendo alegre són.
    diluirme en el crepúsculo.


    
    Colapsar después de tus lágrimas ser,
     y así, lograr renacer
     en el día que se esconde
     tras tu coraza reluciente. 



                                                        FIN




   

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